Esta mañana no hay tifón pero
sigue la lluvia y el mal tiempo. La mujer del Liberty no nos quiere dejar marchar.
Le decimos que no queremos seguir en la isla, que nos queremos ir, pero no es
posible, las olas son demasiado grandes y no es seguro embarcarse.
Intentamos ir de excursión pero
nos rajamos solo empezar, está lloviendo y no es plan de patearnos otra vez las
dos colinas para ir a la otra playa con semejante mal tiempo.
Volvemos al “resort” y le
decimos que nos queremos ir y que hable con nuestro marinero y que nos lleve a
tierra firme. Pero no hay manera, no nos quiere dejar marchar, dice que no
puede ser, que hay muy mala mar que mañana por la mañana unos huéspedes se
tienen que irse porque tienen un vuelo y ataran nuestro mini-boat a ellos y nos
podremos ir.
Pues nada a esperar podernos ir
y salir de aquí ilesas.
Para matar el tiempo nos
quedamos en el restaurante y bebemos unas Sans Miguels, hablamos con un chico
canadiense y nos dice que él se ha metido en el agua esta mañana y ha visto
algunas tortugas. Pues nada, vamos a ello. Nos preparamos y para la playa que
vamos. El canadiense nos sigue y nos ayuda a entrar. Yo no lo tengo nada claro.
El problema es que las olas son altas y al entrar en el mar está lleno de rocas
y hay que vigilar no resbalar y darte contra una. Lo conseguimos y estamos un
buen rato nadando, el fondo marino de Apo es impresionante, montón de corales,
peces, etc. pero está oscuro, se ha puesto a llover y decidimos salir y por fin
llegó el momento, nadando tranquilamente hemos visto una tortuga. ¡¡Bien!! ¡Objetivo
conseguido! Al menos no hemos venido a Apo en vano. Aunque nunca se hace nada en
vano, todo pasa por algún motivo.
Por la tarde hemos paseado por
el pueblo y viendo como los peques jugaban a última hora en la playa después
del cole.
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